Los frutos
Los frutos no se hicieron esperar. Llegaron a su tiempo. Ya estaban listos desde que las semillas de su especie aparecieron al milenario sol. En realidad precedían al sol. Estaban hechos de sol y de agua fresca. Eran una de las infinitas quintaesencias de la tierra y del calor de la mano del jardinero. Llevaban trazas de instrumentos. También reunían la fragancia del aire de todas las primaveras y de todos los demás árboles del jardín. Sabían la música de las palabras y las variadas canciones del jardinero. Conocían las estaciones, porque los frutos eran frutos del tiempo. Pero sobre todo estaban hechos de la esencia de la vida. Por eso siempre estuvieron vivos: habían sido luz, agua, semilla, brote, hoja, raíz, tronco, flor. Sólo aparecieron una mañana, sin decir nada. Y cuando el jardinero los vio, se alegró su corazón, como todas las mañanas.
(Para Mamá, la de las manos mágicas)
(Para Mamá, la de las manos mágicas)
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