La llorera

Sólo se dio cuenta después, cuando terminó, que ya no era más que la sombra, o quizás la luminosa estela de sí misma, que se le había secado la fuente, que ahora sólo era posible revivir su fluir por una flor que ayer cortaron, por el agradecimiento que se le olvidó, por esa película que ya ha visto por enésima vez y sabe que tiene final feliz.

Comentarios

Anónimo dijo…
Me ha recordado esta entrada a los tres días con sus tres noches que estuve llorando ya hace doce años...
Coni Danegger dijo…
Días como años. Todo es tan breve: yo misma escribí esto hace un montón.
Anónimo dijo…
Bueno, supongo que mientras uno tenga capacidad de llorar es porque tiene capacidad de reacción.
Lo de los tres días con sus tres noches en mi habitación de hace doce años fué el comienzo de mi re-conversión.