adentro

"¡Adentro!", dijo la semillita mientras volaba con el viento hacia la tierra negra y fresca. Cayó rodando y abrió los ojos: había granos de arena, una cascarita en descomposición y el túnel de una lombriz. "De modo que esto es así". Recordó el calor de la mano del jardinero y lo oyó silbar, cerca, con la pala. Oscureció. Había que trabajar.

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