Areguá porâ


Ayer fui a Areguá, un pueblito colonial cerca de Asunción. Las casas son todas bastante parecidas: con techo de varias capas (tejas, adobe, caña tacuara, tirantes de madera), suelos de ladrillo grande, amplias galerías que proyectan sombras hacia dentro, columnas de las que penden hamacas paraguayas.
No encuentro una palabra en español -que tal vez sí exista en guaraní, o quizás no, por exactamente el mismo motivo- capaz de expresar al mismo tiempo que algo es muy, muy grande y la sorpresa de que se trata justamente de una cosa conocida, para decirte el tamaño que tienen las hojas y las frondas de las plantas y los arboles. (Yo conozco bien la vegetación de un clima subtropical, pero no conocía el trópico). No tuve mas remedio que pedir a un señor que por favor me dejara cortar unas hojas de su higuera; sin una prueba visible cualquier cuento sobre estas enormidades sería increíble.
Y compré lo que llevaré a casa como recuerdo. A menos de un dolar consegué una chachî [se dice "shashí"]: sé por experiencia que les van bien los helechos silvestres, aunque aqué las usan para cultivar orquídeas. Es un trozo de tronco ahuecado de madera de cocotero (por eso en español chachî se traduce como "maceta de coco"): pura fibra vegetal que se impregna del agua que riegas y ventila todo el tiempo las raíces.

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