tarde de barrio

Llegamos y había montones y montones de chicos y de grandes, bajo el sol. No vi bien el terreno hasta que nos pusimos en movimiento, al son de la batucada. Lucas se desperezó: hacía bastantes meses que no veía el sol y el ritmo deslumbrante lo hizo vibrar, al principio sin mucho concierto y después con una soltura sorprendente. El terreno era efectivamente inestable en las calles, con mucha piedra sin apisonar (pasó un solo auto, un Rambler con algunas partes visibles unidas por alambre); y en la cancha, lisito, lisito, muy usado. Nos mezclamos entre los chicos y sus mamás, que estaban haciendo de todo: esperar pacientemente que pasara algo, andar en grupitos, hacer cola para el pelotero, para los globos... Pasó lo mismo un montón de veces: un niño o niña quietito mirando fijo, esperando ser descubierto; Lucas lo miró fijo, mientras yo apuntaba para otro lado; el chiquito se acercó y puso su mano para que Lucas, con esa bocaza que tiene, se la comiera; comenzó el diálogo y yo ya me pude asomar: "¿cómo te llamás?", "Tolaba Alberto Ramón*", "qué lindo nombre" y así, hasta llegar a la risa y que se acercara una bandada de más chiquitos, todos con la pretensión de que Lucas les comiera la mano. En medio del remolino de los chicos haciendo aviones de papel, vino una chiquita de parte de su mamá: "seño, ¿quiere tomar un poco (de limonada)?". No pude evitar reírme cuando descubrí un piojolín recién llegado entre la cabellera roja de Lucas, y cuando Araceli, de tres años, lo tomó de los brazos para que bailara la cumbia, bajo la mirada también risueña de su mamá. Varios niños interpretaron maravillosamente unas piezas de folklore; el más alto (¿ocho años?) salió como un galán en medio del gentío, dando un brazo a su china y con el otro cruzado por detrás sobre la faja, a la altura del facón. Nos fuimos temprano pero ya Lucas estaba muy contento. Tengo que preguntarle a Mariela qué opina el Señor Pelín de sus andanzas de hoy.

* No sé por qué pero los niños del Hospital nunca dicen su apellido, sólo el nombre. Muchos chicos del barrio lo decían completo, poniendo primero el apellido: me parece que coincidían en ser los que iban ya a la escuela.

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