primer tango

El primero, quizás el único tango que bailé, fue de la tanda de los melodiosos: Pugliese (Pugliese, Pugliese). Mi experiencia, otra vez, fue a lo Descartes al revés, como en los días del Palau; una conexión profunda con la música y con lo más profundo de mi conciencia desenvolviéndose en el tiempo, algo así como una comprensión de lo que se mueve, vivo, en el mundo, mediada por el regalo de un respeto exquisito (por la música y por mí misma) que medió también mi confianza. Y la confianza me dio alas.

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