Naír

Naír tiene cuatro años y un sombrerito tejido color gris con una flor. Está internada en el Hospital de Niños de Salta y su papá, un señor flaco con rostro triste, la cuida. Él la trajo a la sala de juegos cuando Lucas, mi títere pelirrojo, ya había comenzado a contar su cuento. Naír venía con la sonda puesta y se sentó en la última fila. Cada vez más en la punta de la silla, no sacaba los ojos, muy abiertos, de Lucas; y Lucas contó sólo para ella varias partes del cuento. En medio del cuentacuentos su papá se la llevó y nos dio pena..., ¡pero Naír volvió, ya sin la sonda! Jugó y jugó después del cuentacuentos. Fue la primera en aparecer, cuando Lucas empezó a saludar en la puerta a los chiquitos que salían, como es su costumbre, con un besito cariñoso. No se sabe cómo, pero Naír aparecía otra vez, detrás del próximo chico que saludaba Lucas, y el beso de Naír se hacía más fuerte. La cuarta vez lo abrazó un ratito y salió saltando. Fue la última en irse.

Comentarios

Anónimo dijo…
Un beso, un abrazo y mis oraciones para Nair. Y muchas gracias a la cuentacuentos porque cada sonrisa que logras de un niño es una estrella que se enciende para todos nosotros :-)
Anónimo dijo…
La localicé el blog a través de google y debo decir, este es uno de los mejores artículos bien escritos que he visto en mucho tiempo.
Anónimo dijo…
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Coni Danegger dijo…
Anónimo, gracias por TU comprensión. A ver si yo también aprendo de esto.