Ultima función 2006

Claudia, después de que le diera la calificación de su examen de Psicología del Desarrollo, me abordó: "Profesora, ¿se acuerda que algunos voluntarios queríamos ir al Hospital por Navidad?". Lo prometido es deuda, pensé; y fuimos.

El Hospital estaba con muchos niños internados. Hicimos el aviso de la función del cuentacuentos pasando por las salas ya con los títeres: ¡y apareció Jorge, que ya nos conocía! Corrió torpemente y abrazó con fuerza a Lucas (yo ya estoy acostumbrada a estos abrazos que algunos pequeñitos dan al muñeco). Jorge tiene nueve años, casi no habla y tiene alguna forma de retraso mental.

El comedor, que habíamos venido ocupando las veces anteriores, está a punto de ser convertido en habitación múltiple. Instalamos entonces nuestro invisible teatrillo en medio de las camas de un pabellón grande: sillas para la platea sacadas de aquí y de allí, y un banco amplio delante para los titiriteros como escenario. Una niña con cáncer, tímida pero sonriendo, me cuidó el títere durante los preparativos.

Al son de la flauta llegó el público. Santi, de tres años, entró diciendo en alta voz: "¡Aquí vengo yo!", seguido por su madre que llevaba el mástil de la sonda. Más chicos y más padres, y, detrás, Jorge.

Todas las funciones del cuentacuentos resultan distintas. En ésta el cuento más movido fue el de Pedro y el Lobo. Santi interrumpió sin cesar hasta que lo animamos a sentarse a mi lado. Jorge no quiso ser menos y se puso al otro costado. Lucas, el títere pelirrojo, iba contando el cuento cada vez a más altura para esquivar los besos de Jorge, que como no podía alcanzar al muñeco me abrazaba a mí de a ratos. Pero debía bajar de vez en cuando de sus alturas para contentar a Santi, que no dejaba de pedir: "Que me diga algo a mí...". Entraron dos adolescentes repartiendo golosinas; comprensivos, hicieron en silencio su trabajo pero rompieron el climax del cuento. "Uy, me perdí. ¿Qué estaba pensando Pedro mientras tomaba la leche?". Santi comenzó a querer dar de comer pedacitos de chocolate a Lucas. De repente Jorge y Santi decidieron cambiarse de lugar en el banco, ¡con la única dificultad de que la sonda quedaba en medio! Los mayores presentes se rieron muchísimo. Al fin: "Colorín colorado, ¡este cuento se ha terminado! ¡Aplausos por favor!". Lucas dejó el escenario dignamente, pero yo quedé hecha polvo. Claudia continuó con el siguiente cuento, y después Analía y Lucio.

Cuando terminamos pedí un aplauso para los titiriteros de este año, y no pude evitar emocionarme un poquito cuando vi en mis alumnos el gesto del artista al saludar.

Antes de irnos preguntamos a una de las enfermeras por Naír. Hace poco estuvo internada un día para control y volvió a su casa. Ahora la cuida una tía suya; espero que esto sea porque su padre haya conseguido trabajo.

Comentarios

kammy-sagara dijo…
hola!

soy estudiante de psicología de cuarto año, ese verano pretendo realizar funciones de tìteres en hospitales de la regiòn donde vivo, por lo cual debo redactar un proyecto, y necesito información de estudios que avalen el uso de funciones de tìteres dentro de los hospitales con los niños. Y me pregntaba, ya que uds ya han realizado la actvidad, si contaban con algùn material que pudiesen presarme, enviarme o si pudieran guiarme en donde puedo buscar informaciòn.

de antemano, muchas gracias!!
Coni Danegger dijo…
Hola. Te contestare en partes:
1) Me ha hecho feliz ver que piensas hacer títeres para niños durante el verano (supongo que son tus vacaciones).
2) No conozco antecedentes. Nuestro proyecto salió del estudio de la psicología del desarrollo, el conocimiento (evidente) de las especiales carencias de los niños del hospital de mi ciudad, y del interés por que mis alumnos hicieran un trabajo de campo relevante para ellos sobre desarrollo de la función simbólica y de la teoría de la mente.
3) Tenemos una web y tal vez algo de ahí te sirva: El Pez Volador
4) Si me mandas tu mail tal vez pueda agregar algo más. En esa web o en mi perfil del blog está el mío.
¡Saludos!