Reencuentro

¡Por suerte no se me pasó nunca por la mente tirar mis libros de música! Saqué Invenciones a dos voces de J. S. Bach y abrí la última página que había dejado hace años. Los dedos recordaron con naturalidad todos los pasajes -incluso cuando no estaban escritos- cuando reconocí el terreno varias veces lentamente, con manos separadas; primero muy legato, probando su firmeza y la agilidad para las escalas, la justeza del tempo en los silencios, y luego lo hice de nuevo, più mosso, con staccato en las corcheas como debe ser. Bastante bien. Me atreví entonces a leer los dos pentagramas juntos. Como en la pieza, sencilla, las manos se contestan entre sí y en el eco y la reacción adquieren su propio sentido, las dudas que tenía mi pobre izquierda se fueron resolviendo, una a una. Al final surgió un suspiro, de tanto recuerdo amontonado.

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