decidir

Recuerdo ese viernes de sol en que tuve que irme al mar a fumarme una angustia y decidir, con la ayuda de un anotador para sacarle las cuentas a mi corazón. Recuerdo el barroco en el Palau de la Música y la decisión más bonita y más costosa, la que cifró todo de nuevo. Una gota ha colmado el vaso y otra vez tengo que decidir: ahora, si quisiera ser en adelante una mujer amargada y rencorosa, si sonreiré de veras de nuevo y confiaré. Supongo que todo esto es el costo de la vida. 

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