Lejanía

Lenta caminata hacia mi casa al terminar el día. Me defiendo como puedo de la bendita alergia. Sopla un viento suave, se asoman las primeras estrellas. Impensadamente todo es invadido por el aroma dulce y penetrante a ingenio moliendo de estar cerca de la casa de mi abuela. Pero dura poco. Se hace un silencio y la gente sigue pasando. Otra vez: inquietante, como a hurtadillas, me azota la cara (y tal vez me abre los ojos) un perfume olvidado en la adolescencia. ¿Cábala?

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