rooibos

Ya me subía por las paredes, después de tres días y medio metida en mi casa trabajando por motivos que no vienen al caso. Adelanté un montón con tanta concentración es cierto, pero llegó a dolerme la cabeza por el encierro y la falta de vida social. Adquirí la valiosa experiencia de que esto no se hace así. A última hora de la tarde cerré mi cuaderno. Ya estaba bien peinadita (me cuidé el pelo estos días aunque estuviera sola) pero me di una repasada, me perfumé y maquillé ligeramente y salí a la calle. La tarde era dulce de otoño y me desabrigué un poquito para sentir la brisa. Fui directamente al negocio que atiende una señora china al frente de mi casa, al rincón de los enjoyamientos: buscaba unos pendientes de perlas y encontré unas de lindo color y brillo. ¡Y también una tira de perlas bien enhebradas! Total: 3 eur por la enjoyada nueva y la sensación de que me estaba volviendo el alma al cuerpo. La señora china estaba con su niño, como de la edad del Martincho. Le pregunté cómo se llamaba el chiquito y la señora escribió "Qinua" y luego unos ideogramas. Me hizo sonreír ampliamente, le agradecí todo y me fui. Cruzando la esquina hay un gimnasio y al fin entré a preguntar qué clases dan. Hay todo tipo de clases, te matriculás y podés ir a cualquiera en muchísimos horarios. Hay también clases especiales de tai-txi, ioga y dansa del ventre, que ya están completas. Todavía no puedo inscribirme por esos motivos que no vienen al caso pero ya tengo todos los datos para hacerlo, espero que la semana que viene, para ir bien tempranito a hacer stretching. A continuación fui al super. Mis últimas comidas fueron bastante ingeniosas y terminaron de vaciar la despensa. En la tesitura de tener que comprar materia prima para cocinar empecé a mirar las cosas habituales, las de mi rutina de las compras. Me paré en seco y sonreí al pensar: ¡no, señora! ¡Por supuesto que hay que comprar otras cosas! En vez del apreciado queso brie, gouda con comino; en vez de yogur, cuajada; en vez de pollo, conejo; en vez de cubitos de sopa de verdura, de pescado; en vez de té de té, té de rooibos. El té de rooibos me acompaña ahora mientras escribo estos apuntes poco líricos. Le viene bien ponerle azúcar, sólo un poquito. El rooibo, informa el envase, es una planta procedente de Sudáfrica que se ha popularizado en Europa por su delicioso sabor. À votre santé!

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