Tablets y barreras tecnológicas

"Lo mejor es enemigo de lo bueno" podría ser un engaño, incluso en la interpretación que contrapone la desconocida tablet con los bienamados libros. Si Umberto Eco tenía razón hace ya años, la adecuación de la forma de los libros respecto de las tareas que les caben sería inmejorable (como pasa también con inventos tan geniales como la cuchara, la bicicleta y el botón). Y es verdad que se puede presumir el amor por un libro en función del grado de su posesión medido en lectura, pero sobre todo en relectura, en registros y en marcas variadas del uso y la confianza. No contaba Eco con que ahora todo eso parecen hacerlo bien las tablet, creadas bastante específicamente como versión tecnologizada de los libros. Y hasta se las arreglan para que podamos seguir simulando el modo de pasar las hojas al descuido que tan espléndidamente se reconoce en los lectores maduros y se aparece como una piedra de toque de las barreras tecnológicas en este caso. Si no me equivoco, la tablet que usa Nacho, un chico de ahora diez años, no debería incluir ese modo de pasar las hojas más que como auxiliar y prescindible, ya que es probable que recién se afianzará en el hábito de leer como lector mixto de papel y de informática.

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